MARÍA JESÚS ( AIRAMBEIGE) y JESÚS.
marzo 17, 2019
Siempre he creído en el destino de alguna manera. Que hay hechos y momentos que están reservados para cada uno de nosotros ya sea por una buena o mala razón, deben ocurrir y estoy casi segura que para obrar algún tipo de cambio en nuestra vida. Y así fue, esa típica noche que lo último que te apetece es salir pero que tu mejor amiga te arrastra a vuestro bar favorito. Esa noche de principios de septiembre de 2014 Jesús y yo nos "conocimos". Lo entrecomillo porque los dos somos del mismo pueblo y si bien es verdad que nos diferenciamos 7 años en edad, nos conocíamos más que de vista, de alguna que otra mirada furtiva. Hubo tantas de esas miradas esa noche que a pesar de su timidez no pudo evitar acercarse.
¡Qué susto me dio! Me había quedado sola un segundo pero él aprovechó para presentarse. Anonadada yo, cuando me giré y vi al morenazo de ojos negros clavado frente a mí. Vaya par... si hubiese una foto de ese momento sería la imagen de dos tortolitos mirándose con la sonrisa tonta de oreja a oreja, sin saber muy bien qué decir.
La noche no dio para mucho más que una copa con nuestros amigos como carabinas y aunque él se ofreció a llevarme a casa yo en ese momento no esperaba nada ni a nadie así que me fui.
Aunque pareciera que la cosa iba a quedar en una noche divertida empezamos a hablar por WhatsApp, al principio menos y cada vez más hasta que en octubre si no era el uno, el otro, no dejábamos de buscar la forma de quedar. Que yo estudiase en Sevilla lo fue posponiendo hasta que un sábado de noviembre lo conseguimos. Para mí fue como una primera cita, hasta me hice un vestido; me recogió y pasamos una noche de charla de nuevo en La Piedra, donde nos conocimos. Empecé a volver con cierta regularidad de Sevilla y a pasar los fines de semana con él hasta que en Navidad una noche se puso muy serio. Tenía algo que decirme, estábamos en el sofá, frente a la chimenea cuando me cogió de la mano y me preguntó "¿Quieres salir conmigo?" ¡¡No me lo creía!! Pensaba que eso se había perdido. Sé que es una tontería, para ese momento yo ya daba por sentado que estábamos juntos pero me parece un detalle especial, algo bonito, que no cuesta nada, pero que deja claras muchas cosas.
Al final del verano de 2015 decidimos irnos a vivir juntos. Mi madre pensó que estaba loca, ni siquiera llevábamos un año pero para mí era como si nos conociésemos de toda la vida y simplemente era un pasito más. No me equivoqué, el destino nos había puesto a uno en el camino del otro por alguna razón. Viendo que todo iba bien yo no dejaba pasar las oportunidades de hacerle saber que a mi me tenía que pedir matrimonio, y él no dejaba de insistir en que cuanto más esperase, peor para mí, porque tenía que ser sorpresa... Y más esperaba yo, que también esperaba vérmelo venir...
El 22 de julio de 2017 en pleno Etnosur, un festival gratuito que hay en nuestro pueblo decidimos salir a tomar algo. Siendo bastante hippie el ambiente ninguno se molestó en arreglarse mucho y como siempre acabamos en nuestro sitio favorito, La Piedra. Estábamos en la terraza, pasaron mis
padres por allí y se quedaron a tomar algo pero se fueron. Llegó un amigo y en un momento cualquiera, ambos se fueron y me quedé sola un par de minutos... Acababan de dar las 00:00, 23 de julio, mi cumpleaños y pensé "espero que conforme vuelva a la mesa me felicite" Estaba tan a gusto cuando Jesús llegó por mi espalda, me felicitó al oído y lo ví arrodillado a mi lado, me reí "¿en serio?" Pensé, me está tomando el pelo... y el dijo: "Bueno cariño, aquí empezó todo y aquí tenía que seguir, ¿quieres casarte conmigo?"
Le abracé y le dije "¡¡Sí!!" No lo solté en un rato, se me quedó una sonrisa de oreja a oreja... Era mi mejor regalo de cumpleaños, un motivo más para celebrar ese día...
Ocurrido esto, nos pusimos manos a la obra para preparar el que sería nuestro 17N. Lo primero que tuvimos muy muy claro y creo que fui hasta pesada priorizándolo siempre, es que la boda tenía que ser “nosotros”, y creo que al final lo conseguimos. Empezando por la fecha, que además de querer una boda de invierno era muy cercana al 15 de noviembre que fue nuestra primera cita. Tenía que ser de día porque queríamos tener las máximas horas posibles de celebración.
padres por allí y se quedaron a tomar algo pero se fueron. Llegó un amigo y en un momento cualquiera, ambos se fueron y me quedé sola un par de minutos... Acababan de dar las 00:00, 23 de julio, mi cumpleaños y pensé "espero que conforme vuelva a la mesa me felicite" Estaba tan a gusto cuando Jesús llegó por mi espalda, me felicitó al oído y lo ví arrodillado a mi lado, me reí "¿en serio?" Pensé, me está tomando el pelo... y el dijo: "Bueno cariño, aquí empezó todo y aquí tenía que seguir, ¿quieres casarte conmigo?"
Le abracé y le dije "¡¡Sí!!" No lo solté en un rato, se me quedó una sonrisa de oreja a oreja... Era mi mejor regalo de cumpleaños, un motivo más para celebrar ese día...
Ocurrido esto, nos pusimos manos a la obra para preparar el que sería nuestro 17N. Lo primero que tuvimos muy muy claro y creo que fui hasta pesada priorizándolo siempre, es que la boda tenía que ser “nosotros”, y creo que al final lo conseguimos. Empezando por la fecha, que además de querer una boda de invierno era muy cercana al 15 de noviembre que fue nuestra primera cita. Tenía que ser de día porque queríamos tener las máximas horas posibles de celebración.
Escogimos la pequeña Iglesia de San Juan de nuestro pueblo, recogida, del barrio antiguo y también ligada a ambos.
Nos vestimos en las respectivas casas de nuestros padres. Jesús, que es sencillo a rabiar, llevó traje de Silbon y corbata y tirantes de Massimo Dutti. Los gemelos, como los de mi padre y mi hermano, fueron un detalle de mi madre, todos grabados.
Tuve la suerte de vestir a algunas invitadas, entre ellas, la madrina, y Belén, hermana de Jesús.
Mi madre y Mariló, mi equipo Airam como les llamo yo, no podían ser menos. Mónica Bermúdez fue la encargada de tenernos listas a Mariló y a mí y para cuando llegamos mi madre estaba lista, con su tocado de Cristina Zafra
Más tarde se enamoró de ese tul bordado y aunque es una enamorada de los péplum, no podía ser tan clásico. Así que empezamos por el vestido sencillo y en la primera prueba se me encendió la bombillita, tendría su péplum pero no sería el de siempre.
En la parte que me tocaba lo tuve siempre en mi mente: quería dos “vestidos”, el primero sería mi parte más dulce, más princesa; el segundo debía ser diferente, con ese toque que me gusta dar de vez en cuando y cómodo. Así que para la iglesia y la celebración escogí crepe, uno de mis tejidos favoritos, y un precioso tul bordado para una camisa y un jacquard para una falda de capa.
El tocado, inspirado en uno del que siempre estuve enamorada de la película El diario de Noa, lo realizó Cristina Zafra. Ella además se encargó de mi ramo y la decoración floral. Los pendientes, un pequeño brillante con una perlita fueron regalo de mi madre, que también me prestó algo viejo: la pulsera de azahar que ella llevase en su boda y que llevé en el tobillo.
Para el posible fresquito hicimos una bonita capa azul de paño. Los zapatos, regalo de mi amiga y testigo, Mariló, son de Uniqshoes y junto a la capa era el algo azul.
El segundo, que no es vestido y tampoco es mono, porque son partes independientes, es un asimétrico que combina los tejidos blancos de la camisa con crepe azul. Un diseño al que le di muchísimas vueltas cuando me iba a dormir y que cuando hicimos la primera prueba en mayo me encantó comprobar que funcionaba.
De ambos tengo que decir que partiendo de que me encanta la moda, valoro muchísimo una prenda de fondo de armario y a medida y me encanta darles una segunda vida. Menos la falda y la capa, que no pienso tocarlas, la camisa será un fondo de armario hasta que pierda la talla y el segundo, al ser individuales, puedo acoplarles su respectiva parte asimétrica para próximos eventos o volver a utilizarlo tal cual.
Para celebrarlo Jesús y yo comenzamos desde la salida de la iglesia, salimos con su coche de rallyes, nada podía hacerle (y hacerme) más ilusión. Y salimos para el Cortijo el Madroño, del que nos enamoramos desde que lo visitamos.
Tuvimos la suerte de tener un tiempo perfecto, por lo que disfrutamos tanto de los jardines como de sus caballerizas y pajar, para cada etapa de la celebración.
La canción para nuestro baile la escogió Jesús, sería en directo ya que cantaría el grupo del que forma parte: Jarapa. Bailamos, sin previo ensayo, "Si nos dejan" y no puedo dejar de sonreír cada vez que lo recuerdo.
Fotografías: Jess Photo
¡Enhorabuena Pareja! ¡Que seáis super felices, nos vemos por el sur!
Besitos,
Carmen M.
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