El sí quiero de Sonia
diciembre 15, 2017"Todo comenzó un San Valentín. El regalo que me hizo mi querido Manu era un papelito indicando “19 de marzo, día de la etiqueta”. Pero y ¿esto? Qué significaba? Lo que me tradujo mi querido novio era que me tenía que comprar un vestido de etiqueta (según él, como si fuera a los Óscar) para ir a un lugar. Pensé, menudo regalo... mientras que mis amigos me decían, igual se le ha olvidado el día de los enamorados y está ganando margen para comprar el regalo. Ambas ideas, no me gustaban, ¿a dónde pensaba llevarme y con semejantes pintas?
Pues bien, el 18 de marzo, recibo un post it, con un dibujo de maleta y escrito 19-21. La traducción fue que nos íbamos de viaje y me tenía que llevar el vestido que me compré para esa ocasión de la etiqueta.
Mis expectativas eran muy bajas, pensaba que habría encontrado un vuelo barato con Ryanair y allí que nos íbamos. Cuando de repente, nos plantamos en la puerta de embarque (yo aún no sabía el destino), hace una foto con el móvil y me aleja para enseñarme la foto. Su idea fue, “Sonia se va a poner tan contenta que va a montar escándalo en la misma puerta” la realidad superó la ficción. Cuando me enseñó la foto y vi Viena, aluciné. Máxime cuando me regala la guía Lonely Planet para empaparme durante las 3 horas de vuelo, qué hacer en la ciudad.
El viaje no hacía más que empezar. Cuando aterrizamos en Viena, me llevó a una fantástica suite del Hilton. Por la tarde me contó que íbamos a ir a la ópera y mi primera idea fue, si yo voy de etiqueta qué se va a poner él? Pues fue cuando sacó su smoking alquilado desde Madrid. No podía tenerlo todo más organizado! Sin embargo, cuando vi, que estábamos sentados pegados al escenario en ese momento pensé, ¿me lo pedirá? Yo no podía estar más nerviosa. La obra, “La boheme” no podía ser más romántica. Mi novio estaba más guapo que nunca y yo era feliz escuchando cada frase.
Salimos de la ópera y entramos a cenar en el restaurante del Hotel Imperial. Parecía un cuento. ¿Qué más podría deparar la noche? La cena fue espectacular, los camareros hiper atentos; el pianista llenaba el restaurante y mis nervios estaban a flor de piel al ver que Manu cada vez se movía más en el asiento.
Pero no ocurrió nada más. Me sugirió dar un paseo por el parque del centro de la ciudad, en donde está la familia Strauss, pero lo rechacé. ¿Cómo íbamos a cruzar un parque de noche y vestidos de gala? Pensaba que nos atracarían en cualquier esquina. Así que ante mi rechazo cambió el discurso. Oye cariño y si nos hacemos un selfie en aquel templete? Y me convenció.
El sitio de noche era espectacular con todo iluminado. Fue llegar, hacernos un selfie inquietos y ponerse serio y comenzar a hablar temblándole la voz. Las palabras que me dijo se quedan para mí, pero me llegaron al corazón. Justo después se arrodilló y me pidió matrimonio. Yo dije que sí loca de contenta.
A los 3 minutos me dijo, llama a tu madre y le das la noticia. Yo le respondí que ni en broma iba a dar la noticia por teléfono y a tantos kilómetros. Y ahí fue cuando me confesó que hacía un mes que había hablado con mis padres y les había dicho que quería pedirme la mano con su consentimiento.
Para mí que involucrara a mi familia fue un gesto muy especial. No podía estar más feliz. Sentía que quería decir a todo el mundo “me caso con el hombre de mi vida”.
Los días restantes disfrutamos aún más de Viena, eso sí, ya como prometidos. Nuestra siguiente parada de viaje fue rumbo a Málaga, donde visitaríamos la Iglesia en donde 16 meses después nos diríamos sí quiero."
Carmen M.
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