El sí quiero de Tamara

noviembre 29, 2017

Todo comenzó sobre marzo de 2016, acabábamos de hacer 10 años como novios y ya llevábamos 1 año viviendo juntos, vi la necesidad de dar por fin el paso definitivo, y me puse manos a la obra con los preparativos de la pedida.


Siempre pensé que una pedida sería tan sencillo como sacar una anillo y listo, pero si tengo que ser sincero me costó más que preparar la boda. Quería que fuese algo único, un momento que recordaríamos para toda la vida, tanto como el Sí quiero.

Me puse a planificarla y valorar entornos por Granada que tuviesen ese encanto que recordaríamos, pero después de un tiempo pensé que Granada siempre la tenemos ahí, que esos rincones ya lo hemos recorrido bastantes veces, por lo que la descarté y me decidí por París!!!!

¿Y por qué París? París fue nuestro primer viaje juntos, dos adolescentes enamorados perdidos por la ciudad del amor, nos enamoró a ambos y juramos que algún día volveríamos para disfrutarla aún más. Ya estaba decidido, ahora quedaba lo peor, cómo llevarla a París sin que sospechase nada.

Solicité en el trabajo varios días de descanso en septiembre, sin que ella supiese nada, y preparé los billetes de avión y la reserva de hotel para el 23 de septiembre de 2016, y aún estábamos en junio.

Preparé un viaje sorpresa sin que ella notase nada, y se me hizo difícil ocultárselo todo el verano ya que yo no soy de guardar las sorpresas, acabo dándoselas todas antes de tiempo. El tema anillo si lo dejé a pocas semanas de la pedida, puesto que ya vivíamos juntos y podría encontrarlo y llevar al traste toda la sorpresa.

Pues lo difícil ya estaba próximo, a una semana del gran día y ella aún sin saber que nos íbamos de viaje, ella seguía organizando planes con amigos para ese fin de semana. Así pues, el lunes antes del viaje, empecé a poner en marcha todo el plan, y decidí llamarla sobre las 12.30 de la mañana, con voz de asombro y alegría, fingiendo estar nervioso, y le cuento que nos ha tocado un viaje, que debíamos irnos ese fin de semana. Ella no se lo podía creer y me dijo que dejase de tomarle el pelo. Le comenté que más que tocarnos un viaje, era un paquete que contraté con Waynabox, y eran ellos los que deciden cuándo viajas y qué destino entre cinco opciones: Londres, Praga, Berlín, Amsterdam, París). No se lo podía creer, ese fin de semana nos íbamos de viaje, estaba ilusionada, ya que de los cinco destinos, en tres de ellos no habíamos estado, (Praga, Berlín, Amsterdam).
Para hacer la sorpresa más intrigante le comenté que el destino nos lo decían el martes, una vez confirmado que ese fin de semana podíamos viajar. Estaba muy ansiosa por saber el destino y lo que nunca imaginaría es lo que vendría después. Así el martes volví a llamarla desde el trabajo para decirle que ya sabíamos destino, y que la ciudad elegida por la empresa era…..París!!!!

Al principio se quedó paralizada, “que mala suerte que de cinco destinos nos toque uno que ya hemos visitado”, esas fueron sus primeras palabras, ya en frío lo vio como esa segunda oportunidad de visitar París nueve años después, tal y como habíamos prometido.

Para que no sospechase nada, le dije que había tenido que adelantar unos días de vacaciones para poder hacer el viaje y que me lo habían autorizado en el trabajo. Todo iba sobre ruedas, no sospechaba nada raro, todo hacía indicar que era una mera casualidad.

Pues maleta en mano nos ponemos rumbo a París, llegando el viernes 23 de septiembre, con nuestra ruta programada para pasar 3 días. Recorrimos cada rincón como hacía 9 años, recordando cada momento que pasamos allí y como había cambiado nuestra vida en estos nueve años.

Y por fin llegó el gran día, domingo 25 de septiembre, una fecha que permanecerá para el recuerdo, ese día como otro cualquiera teníamos nuestra ruta programada, barrio latino, el Sagrado Corazón, plaza de los pintores, Moulin Rouge, etc.

Ese día era diferente, ya que llevaba el anillo en el bolsillo escondido, ya tenía decidido el sitio y el momento, solo faltaba dejarnos llevar y que pasaran las horas. Mi cuerpo era un manojo de nervios, no quería que se diera cuenta del anillo, nerviso por si perdía el anillo o por cómo me iba a declarar.

Ya al final del día y con los pies reventados de todo el fin de semana, le comenté a Tamara que aún no podíamos ir al hotel, que teníamos que ver la Torre Eiffel iluminada desde el trocadero. En ese momento su cara fue un poema, estaba reventada y no le apetecía ir para allá.

Quería descansar, ya que el avión salía pronto para España. Lo que ella no sabía, es que aún le quedaba un día más de viaje y no volvíamos el lunes, sino el martes. Me costó convencerla que no podíamos irnos sin ver esa noche la Torre Eiffel.

Me acuerdo como si fuese ayer, salíamos  del metro junto a la plaza del trocadero, dejé que se adelantase un poco para preparar el anillo. Al volver la esquina allí estaba imponente la Torre Eiffel iluminada, esperando el gran momento, mi  corazón se aceleró, las manos me empezaron a temblar, fue una sensación que nunca antes había experimentado. ¿Cómo una cosa supuestamente tan sencilla provoca esas sensaciones en mí?  Nos colocamos justo delante de la torre y la abracé por la espalda.

Estuvimos unos minutos observándola, viendo como nos transmitía esa sensación de que era nuestra ciudad, que algo grande iba a pasar. Me armé de valor y nos abrazamos de frente, la miré a los ojos, y le dije lo feliz que me había hecho estos diez años, lo mucho que la amaba, y como de una noche de cervezas habíamos acabado siendo inseparables, nos habíamos convertido en uno, le dije que  no podría vivir sin ella y que nos esperaba una vida juntos. Me arrodillé, saqué el anillo y delante de toda la plaza del trocadero, le dije ¿Tamara quieres casarte conmigo?.

Se quedó en shock, no articulaba palabra, mientras tanto un grupo de chinos nos rodearon mientras aplaudían, a los segundos reaccionó y empezó a llorar como un niña pequeña, no tenía consuelo, la abracé y empezamos a llorar juntos de la emoción. Cuando se calmó un poquito me dio el “SI QUIERO”.

Allí estábamos 9 años después declarando nuestro amor y compromiso, por una vida juntos, y volvimos a prometernos que  habría una tercera vez.

“Paris est tout petit pour ceux qui s’aiment d’un aussi grand amour.”(Paris se hace pequeña para

aquellos que viven un gran amor)

Fran.










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1 comentarios

  1. Me armé de valor y nos abrazamos de frente, la miré a los ojos, y le dije lo feliz que me había hecho estos diez años, lo mucho que la amaba, y como de una noche de cervezas habíamos acabado siendo inseparables, nos habíamos convertido en uno, le dije que no podría vivir sin ella y que nos esper https://la-voz.net/el-lanzon-monolitico/

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